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Lo primero de todo es tener claro lo que significa trabajar para alguien. Trabajar para alguien es poner tu tiempo a disposición del empresario a cambio de una remuneración. Dicha remuneración viene recogida en las leyes laborales que podrían resumirse de esta manera: "Tanto tiempo, tanta remuneración".
Lo segundo es tener claro lo siguiente: un empleado es ajeno a los beneficios de la empresa al igual que también es ajeno a sus pérdidas. Esto quiere decir que gane o pierda dinero la empresa el empleado siempre cobrará lo mismo (no hablo de cierres de empresas, hablo del día a día).
Tanto el empresario como el trabajador son conscientes de esto. Por lo tanto el empresario deberá cumplir su parte del trato, así como el empleado cumplirá la suya.
Dicho esto, todo lo que se salga de este trato regulado en las leyes y conforme al segundo precepto comentado, será esclavitud por parte del empresario, y dejadez por parte del trabajador.
Esclavitud:
3. f. Sujeción excesiva por la cual se ve sometida una persona a otra, o a un trabajo u obligación.
Dejadez:
1. f. Pereza, negligencia, abandono de sí mismo o de las cosas propias.
Ninguna de las dos partes (empresario y trabajador) estará obligada a nada más con la otra.
Si una de las partes necesita algo de la otra deberá pedirlo siempre conforme a la legalidad vigente. Cualquier otra actitud de ambas partes fuera de las hasta ahora comentadas dejará de ser una relación estrictamente laboral y pasará a denominarse “de otra manera” (esta denominación se podría concretar observando exactamente los hechos).
Es en este momento cuando empieza a construirse la pirámide. Y para que crezca rápidamente debe mantenerse el “pacto laboral”. Si alguna de las partes vulnera ese pacto de la forma que sea, la construcción de la pirámide se retrasará para ambas. Después veréis más claro el porqué.
Tras un pequeño tiempo de haber “colaborado” juntas mediante ese pacto, una y otra parte tendrán cubiertas las necesidades básicas de la pirámide: alimentación y descanso. El empresario podrá alimentarse y descansar gracias al trabajo del empleado, y este a su vez también podrá hacerlo gracias al salario ganado con su tiempo conforme a las leyes.
Estoy segura de que todos veis claro que el trabajador se encuentre en este momento en la base de la pirámide y de que os estaréis preguntando por qué el empresario está también ahí, junto a él. La respuesta es sencilla si nos situamos al comienzo de la creación de la empresa, como debe ser en este caso para poder comparar estos dos supuestos: que ambos se encuentren en las mismas condiciones.
Si la empresa estuviese ya creada y fuese viento en popa y el trabajador no tuviese donde caerse redondo, estaría claro quién podría permitirse el lujo de romper dicha relación laboral. Al igual que estaría claro también en el caso de que la empresa fuese a la deriva y el trabajador una persona con dinero. En estos casos no habría nada con lo que empezar a construir la pirámide.
Si ese pacto continúa (y continuará ya que ambos desean pasar a la siguiente fase de la pirámide), ambas partes podrán sentir la seguridad que da su empleo, podrán adquirir propiedades, bienes, “comprar su salud”, su seguridad… Y lo habrán conseguido, cada uno a su manera y desde su puesto.
Respecto a lo de pasar al tercer nivel de la pirámide (afiliación: amistad, afecto, intimidad sexual…) no veo porqué habría que esperar a tener estas cuestiones hasta ese momento. Deberían tenerse ya desde el principio, desde la base, y si no se han tenido y en ese momento aparecen, habría que estudiar si de verdad se trata de verdadera amistad, verdadero afecto y verdadera intimidad.
Ambas partes llegarán entonces al 4º nivel de la pirámide, al del respeto, el autorreconocimiento y el éxito. Las dos partes habrán llegado hasta aquí juntas. Una de ellas verá reforzado su negocio y la otra verá recompensado su trabajo. Ambos creciendo a la vez gracias a la ayuda del otro. Ambos felices y con ganas de continuar creciendo, colaborando juntos.
Inciso: Voy a ir un ratito a llorar a alguna esquina, que me he emocionao.
Llegarán entonces (por fin, amén, ya era hora) al 5º y último nivel de la pirámide: La autorrealización. El uno como empresario de éxito y el otro como un verdadero profesional cualificado, reconocido y valorado.
Y esto se traducirá en un país con mayor calidad en todos sus servicios. Un país de éxito verdadero. Empresarios y trabajadores contentos impulsando la economía con sus negocios, sus compras…
Maslow tenía razón. Su pirámide nos muestra cómo alcanzar el éxito. Pero no sólo para las personas individuales, sino también para un conjunto de personas que podríamos denominar “país”. Un país debe comenzar desde la base de la pirámide, y poco a poco ir ascendiendo hasta lograr el nivel más alto. Para ello todas las piedras que se utilicen en su construcción deben estar perfectamente situadas. Si alguna se tambalea, la pirámide se vendrá abajo, o no será perfecta.
Tal y como está la situación hoy en día, esta pirámide no está bien construida. Casi todas sus piedras se tambalean, correspondan a una u otra parte. Las empresas son nidos de trabajadores descontentos que jamás podrán autorrealizarse y jamás mostrarán al mundo una verdadera sonrisa y una verdadera profesionalidad pues siempre se encontrarán en la base de la pirámide, preocupándose sólo de cubrir sus necesidades básicas. Por este motivo las empresas a su vez no podrán mostrar al mundo la imagen más aconsejable para lograr hacer crecer de verdad su negocio. Crecerá ligeramente, pero no destacará demasiado.
Sólo aquellas empresas que sean capaces de mantener el “pacto inicial laboral” al menos en alguna de sus propiedades asomarán por encima de las demás, haciendo que su valoración a ojos de empleados y clientes sea más positiva. Pero no perfecta.
El posible cliente ya no valora realmente el servicio que pide, valora el servicio teniendo siempre presente que éste no será nunca perfecto y por tanto acudirá a lo más barato. O a lo que más barato sea dentro de la máxima perfección posible.
Así le va a este país.
Dicho todo esto, si yo fuese empresaria querría que mi empresa fuese la mejor, que de verdad ofreciese servicios de calidad, que alcanzase rápidamente el último nivel de la pirámide… porque solo de esta manera alcanzaría el verdadero éxito. Mi empresa no se quedaría recogiendo las migajas que otros no se hayan comido.
Y la verdadera autorrealización sólo podría conseguirla con la ayuda de empleados contentos. Mi imagen dependería de ellos, mi trabajo dependería del suyo, mi renombre me lo habría ganado gracias a ellos…
Apropiaciones indebidas del salario de mis empleados no me generarían verdadera riqueza. La verdadera riqueza me la darían mis clientes, y contra mejor vista está una empresa, más clientes tiene.
¿Qué esperaría de mis vigilantes? Esperaría simplemente que cumpliesen su parte del pacto mientras yo cumplo también con la mía. Porque de su crecimiento personal dependerá también el mío como verdadera empresa líder realmente en el sector.
Actualmente las empresas líder en el sector son las que asoman un poco por encima de la media por cumplir ligeramente su parte del pacto, pero no completo. Este es el concepto que tenemos hoy en día de “liderazgo” en cualquier ámbito. Para nosotros un líder es “el que asoma ligeramente por encima de la media”, cuando en realidad un líder debería ser “el mejor en su trabajo o en sus funciones”. Por lo tanto un líder debería ser el que haya llegado ya al nivel superior de la pirámide, sea empresario, trabajador o político.
¿Os estáis preguntando qué haría entonces si un empleado mío tuviese que abandonar el servicio urgentemente? Pues tendría vigilantes “suplentes” en la retaguardia. Empleados cobrando un dinero por su disponibilidad. Los suplentes deben estar también contentos. No tiraría de vigilantes que estuviesen librando porque de su malestar dependerían también mi imagen y la calidad del servicio prestado y retrasaría mi ascenso al nivel de autorrealización como empresa. Y mi empresa ya no sería la mejor, sería “una de las que asoman”.
El dinero gastado en “suplentes” se vería recompensado con creces por la captación de clientes nuevos.
¿Y los Clientes que sólo contratan servicios baratos de mala calidad? Estos Clientes no me generarían dinero. Me ofrecerían calderilla a cambio de bajar la reputación de mi empresa. A cambio de bajar niveles en mi pirámide o de jamás alcanzarlos. Los Clientes más ricos mirarían hacia otro lado y yo perdería la oportunidad de trabajar para ellos, la oportunidad de generar dinero de verdad.
Si mis empleados no están contentos, los Clientes con dinero no estarán contentos y mi empresa no estará contenta.
Esta sería mi idea de lo que esperaría de mis empleados y porqué, si quisiese alcanzar el éxito.
Si mi deseo fuese quedarme en el segundo escalón de la pirámide (tener propiedades, “comprar mi salud”, asegurar mi empleo…) entonces rompería el pacto laboral con mis empleados desde el principio y les trataría como esclavos. Mi empresa sería un nido de trabajadores descontentos y desganados, y mi imagen jamás sobresaldría realmente del resto. Debería competir con las demás para generar clientes, en un ámbito mediocre. Tendría dinerillo, eso sí, pero no reconocimiento, ni éxito, ni autorrealización. No podría crear, me limitaría a copiar al resto de empresas, a ser como ellas, sin innovar ni hacer nada más por despuntar.
¿Os suena de algo todo esto?
¿Qué empresa actualmente es “líder” en el sector? ¿De verdad es “líder” o solo asoma ligeramente por encima del resto? ¿Qué empresas están cayendo? ¿Por qué caen? ¿Quiénes cierran sus puertas para siempre? ¿Quiénes tienen los comentarios más negativos esparcidos por la web? ¿Quién pierde Clientes? ¿A qué empresas no les pagan sus Clientes?
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